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la aristolochia baetica es bella

sábado, 22 de enero de 2011

(1º) el estiércol y la niebla

Si en lugar de Paco, me llamase Dian Fossey, habría caminado por las Montañas de Virunga y para descubrir la belleza en extinción de una hembra gorila amamantando a su bebé entre la niebla.

Como a día de hoy ella sigue asesinada y yo no podría aventurarme en los bosques de Virunga, me conformo, felizmente, con una excursión hasta el matorral más cercano. Es probable que en tan menguado paisaje no halle gorilas en la niebla, pero es seguro que encontraré moscas en la mierda el estiércol.


Algunos dípteros, lepidópteros, y muchos coleópteros, entre otros insectos coprófagos, basan su alimentación en las heces. Seguramente ellos no perciban ese olor que nos resulta tan desagradable, pero gracias al cual la Boñigus boñigus y otros sedimentos no son especies en extinción.

¿Imaginan qué ocurriría si las boñigas oliesen bien? Las consecuencias a corto y largo plazo se me antojan infinitas, y creanme cuando les digo que, en último caso, fatales para la existencia del planeta; al menos tal y como lo conocemos: con sus chalés adobados y su Marina & Dolors Ciudad de Vejaciones, entre otros paraísos.

Texturas aparte, y si las boñigas oliesen bien, repito, Karvin Krain inundaría el mercado con su KK parfum, o las estrellas de Michelfin competirían por ofrecer a su selecta clientela los mejores Caprices égoûtant sur rien d'autre, por ejemplo. Porque digo yo que, en el caso que nos ocupa, siempre será mejor poner un ejemplo que pasar a los postres.

De estas consecuencias inmediatas se derivarían otras peores. Pero daré cuenta de aquellas en el próximo capítulo, y si ustedes tienen a bien leerlo sin temor a que les venga el apretón.