Despídete del niño acunándole en la copa de un árbol; cuando el viento sople
la cuna se columpiará, y cuando la rama se rompa la cuna caerá.
la cuna se columpiará, y cuando la rama se rompa la cuna caerá.
Buscando información sobre esta novela gráfica, encontré el poema con que su autor, Raymond Briggs, inicia un cuento para adultos que deberíamos ser capaces de asimilar, y para intentar contárselo a nuestros hijos.
Es un poema que no recordaba, pues leí su primera edición en castellano hace casi treinta años. Desde entonces, el viento ha soplado en mi entorno barriendo muchas vidas, alterando otras, y entristeciendo todas. El viento ha soplado de manera silenciosa: incolora e inodora; no tanto así, insípida. Para tomar fuerza, éste viento no necesitó del impacto nuclear que se describe en la novela -y que Jimmy T. Murakami animaría en la película homónima-. La fuerza le vino a éste viento, -mortal, devastador-, a tenor de inyecciones de dinero y desinformación en zonas deprimidas, o cuyos recursos se han ido desestimando en un mundo en el que valoramos más el último modelo de teléfono móvil que el aroma fresco de una manzana.
Aparte del carácter lacrimoso de esta obra -lacrimoso, a poco que usted conserve un ápice de sensibilidad- me llamó la atención la base documental de la misma: los folletos informativos con los que el gobierno británico -entiéndase, cualquier gobierno- recomienda protegerse de un ataque nuclear; -entiéndase, si quiere entenderlo, fuga radiactiva-.
Supongo que no hay que estar muy informado para entender que cualquier gobierno es capaz de publicar la bobada más insensata -y en esta novela existen ejemplos notables- con tal de sostener lo insostenible, cuando no de defender intereses ocultos, posiblemente relacionados con el engorde de cuentas de crédito, más que con el interés general. Generalmente, a mi me interesa más ver engordar manzanas, ya digo.
Es seguro que la lectura de esta novela, o la visualización de la película, no contribuirá a que su hijo disfrute del aroma fresco de una manzana, pues puedo asegurarles que muchos de ustedes -siento parecer arrogante- jamás lo disfrutaron.
Lo que no se conoce, se ignora, y lo que se ignora, se aleja cada día con la fuerza del viento: silencioso, inodoro, incoloro, letal.
A pesar de todo, buenos días.
Es un poema que no recordaba, pues leí su primera edición en castellano hace casi treinta años. Desde entonces, el viento ha soplado en mi entorno barriendo muchas vidas, alterando otras, y entristeciendo todas. El viento ha soplado de manera silenciosa: incolora e inodora; no tanto así, insípida. Para tomar fuerza, éste viento no necesitó del impacto nuclear que se describe en la novela -y que Jimmy T. Murakami animaría en la película homónima-. La fuerza le vino a éste viento, -mortal, devastador-, a tenor de inyecciones de dinero y desinformación en zonas deprimidas, o cuyos recursos se han ido desestimando en un mundo en el que valoramos más el último modelo de teléfono móvil que el aroma fresco de una manzana.
Aparte del carácter lacrimoso de esta obra -lacrimoso, a poco que usted conserve un ápice de sensibilidad- me llamó la atención la base documental de la misma: los folletos informativos con los que el gobierno británico -entiéndase, cualquier gobierno- recomienda protegerse de un ataque nuclear; -entiéndase, si quiere entenderlo, fuga radiactiva-.
Supongo que no hay que estar muy informado para entender que cualquier gobierno es capaz de publicar la bobada más insensata -y en esta novela existen ejemplos notables- con tal de sostener lo insostenible, cuando no de defender intereses ocultos, posiblemente relacionados con el engorde de cuentas de crédito, más que con el interés general. Generalmente, a mi me interesa más ver engordar manzanas, ya digo.
Es seguro que la lectura de esta novela, o la visualización de la película, no contribuirá a que su hijo disfrute del aroma fresco de una manzana, pues puedo asegurarles que muchos de ustedes -siento parecer arrogante- jamás lo disfrutaron.
Lo que no se conoce, se ignora, y lo que se ignora, se aleja cada día con la fuerza del viento: silencioso, inodoro, incoloro, letal.
A pesar de todo, buenos días.
14 comentarios:
Por un momento pensé que el viento seria el de los molinos, pero no.
Ojalà la energia solar y eolica atrajera a todos esos corruptos como moscas a la rica miel, aunque como hace notar Frikosal, estas energias no generan residuos con los que fabricar poderosas bombas.
La historia de la humanidad es la de la busqueda del poder. No importa el precio a pagar.
Muy buena entrada. Qué le voy a contar yo que no sepa ya. Completamente de acuerdo con usted. Me encantó el final..."Lo que no se conoce, se ignora, y lo que se ignora, se aleja cada día con la fuerza del viento: silencioso, inodoro, incoloro, letal".
Me da casi más miedo el desconocimiento de muchos (muchísimos, que te afirman que las nucleares son necesarias y se basan en historias absurdas incomprensibles para mi cerebro) que el ansia de poder de unos pocos.
Abrazos.
He venito a buscarte. Quién sabe si me ha traído el viento... para recibir un puñado de aire fresco que me llegan con tus letras.
Y un beso.
Ah, que buenos recuerdos de este cuento y que bien traido a estos dias.
Lo teniamos por casa hace muchos años y me encantó ese humor ácido que desprenden esos viejecitos preparandose un sandwich para pasar el holocausto nuclear debajo de la mesa del comedor. Genial.
Pues sí, yo también llevaba días acordándome de este cuento. A mi me impresionó la degradación física de los viejos y la tristeza de ver cómo desde que intentan parar la radiación con una puerta y colchones se les ve, viñeta a viñeta, cada vez más demacrados.
No lo conocía.
Me alegro de enterarme a través de tu blog.
Estoy de acuerdo
Saludos
Tenía olvidada esa pareja de ancianos por algún rincón de la memoria... y pensándolo bien, habría preferido que allí siguiera cubierta por el polvo del olvido, pero no es posible, el ser humano es estúpido y avaricioso, y juega con fuego para amasar lo que algunos llaman riqueza...
Yo, como Miguel y trebol-a, me acordaba de esa entrañable pareja de viejecitos que iba deteriorándose poco a poco en el libro-cómic que había en mi casa. Desde luego la historia era desgarradora. Hace poco conseguí la peli, y sigue siendo impresionante el mensaje que guarda: la radioactividad, los escapes radiactivos, no tienen mucho de buenos, sus efectos pueden durar cientos de años como mensajes indelebles, y se extienden como telarañas por todos los niveles tróficos hasta llegar al hombre pobre y desinformado.
Muchas gracias por traerlo a la memoria, diminuto. Y la frase final, para nota, como bien dice Mamen.
Un "diminuto" saludo
Efectivamente, la cosa es tan descarada que da mucha penita. Y lo peor del caso es que, si un día se nos sirviera en bandeja la oportunidad de un cambio verdadero, muchos, muchísimos no querrían conformarse con el sencillo aroma de una manzana, ni con el humilde olor del campo después de llover.
Y no obstante, después de pasarme por tu blog siempre se renueva en mí la esperanza. ¿Por qué será? Quizás, porque me doy cuenta de que nada, ni la radiactividad más bestia es capaz de cargarse la cordura, ni por tanto, la humanidad disponible dentro de cualquier ser humano. Por eso me permito el siguiente pequeño egoísmo: no es que te lo ruegue, más bien te exijo rotundamente, Paco, que no dejes de escribir. O si quieres te lo pido por favor.
Ramón García
www.naturalezadiletante.blogspot.com
Carai, Sr. Paco. Está usted un tanto pesimista... o debería decir lúcido, que viene a ser lo mismo...
Cambiando de tema, esa futurible d7000 le dejará francamente satisfecho, y si la lente en cuestión no le convence, sopese la posibilidad de el tamron 17/50 2,8, es otro concepto de objetivo, pero realmente bueno... una relación calidad/precio insuperable, igual que la d7000.
Saludos.
"Lo que no se conoce, se ignora, y lo que se ignora, se aleja cada día con la fuerza del viento: silencioso, inodoro, incoloro, letal."
Para tener en cuenta esta conclusión tuya.
TreeMuted:
Creo que esos corruptos ya manejan las riendas, también, de esas energías. Las conducen por verdes prados y allí las mantienen pastando.
No sé si cada tipo que te escribo en mi teclado es empujado por una chispa nuclear. Sí sé, como tú, que bien podría estarlo soplado por un molino.
Estamos locos.
Miazul:
¿Quienes son realmente esos pocos? ¿Podríamos ponerles nombre, apellidos? ¿Nacieron alguna vez? ¿Vieron sufrir a un familiar comido por el viento?
MariVos:
...Que no te lo acabas...
;-)
Alberto:
Al final uno se encuentra en lugares comunes y tiene la sensación de que todo el pescado se vendió ya. Quizás deberíamos tocar otros mercados, y para evitar estar "consolándonos" cada día con puntos de vista que ya conocemos y compartimos.
Miguel:
Lo dicho: estamos sensibilizados. Sabemos más o menos y nos ha tocado la china en el ojo o en el zapato. Nos encontramos en el blog de Frikosal, o en el vuestro, Miguel, o en tantos otros y para repetirnos que esto debería cambiar. Pero no hay manera.
Erna:
Gracias, Erna.
:-)
Albert:
Qué bien lo estoy pasando con las entradas que publicas en estos días.
Gracias.
Josélez:
Me alegra verte por aquí, Josélez.
Cada vez que veo una orquidea silvestre me viene a la cabeza aquella que encontraste y que tanta ilusión te hizo. ¿Crees que si invitamos a esos corruptos y ansiosos a pasear tendremos la esperanza de que aprecien una orquidea?
Ramón:
Gracias, Ramón.
Cada día se me hace más cuesta arriba escribir, pero no pierdo la esperanza.
Antonio:
Pues vas a tener Razón, Antonio: soy lúcido; pero como también soy pesimista te diré que esa lucidez me duele mucho. Literalmente, dolorosa.
Anoche encargué esa cámara, pero con el 18/105. La calculadora no me daba para más.
Seguro que esa compra no me separa, en nada, de aquellos que se compran el móvil de última generación.
Me he creado la ilusión de necesitarla.
Noesperesnada:
No la tengas muy en cuenta. Te lo digo en serio. No es una idea meditada, y creo de verdad que es equívoca.
Es ambigua. Quizás sea esa ambigüedad la que os ha atraído a algunos.
Pero lo agradezco mucho, porque intuyo que todos habéis interpretado un sentido honesto.
En casa la tenemos también y mi hijo y yo vimos la peli cuando él todavía era pequeño y lloramos mocos a raudales. Haciendo limpieza hace unos días me topé con el cómic y no quise abrirlo, me sigue desbordando un poco.
He llegado a este lozano lugar de la mano de Ema y tus fotografías me parecen fascinantes y tu verbo, sugerente.
Encantada, gracias.
Es cierto lo que comenta acerca del cómico y su poder evocador,Índigo.
Cuesta abrir sus páginas porque los personajes y sus circunstancias son certeros.
Saludos y gracias por pasar por aquí.
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